La cultura digital implica pensar y actuar digitalmente. Es un requisito del colaborador de hoy.

En otras entregas hemos hablado de lo que significa digitalizar empresas y digitalizar personas. Se ha visto la importancia de poner a estas en el centro del proyecto de TI y cómo eso aumenta la tasa de éxito de la iniciativa, lo que nos lleva a pensar un poco más allá del hecho técnico y trascender al aspecto de la cultura organizacional e incorporar –para siempre– el concepto de cultura digital.

En la historia de la humanidad se han identificado numerosos momentos clave que impactaron a la civilización y evolucionaron las formas de hacer. Hablamos de varias revoluciones industriales e invenciones que, con seguridad, al principio habrán puesto todo de cabeza. ¿Pero por qué algo que mejoraría la vida representaría también una sacudida para aquellos grupos sociales? En gran medida, la respuesta radica en la cultura de la época.

La cultura como saber, creencia y manifestación incluye los medios que usa un grupo para comunicarse y resolver sus necesidades. Vincula una expresividad humana y cuando emerge alguna novedad que la puede alterar, muchas veces los grupos, lejos de ver una oportunidad, ven una amenaza. Lo mismo sucede en las organizaciones.

Afrontar un cambio implica un esfuerzo por parte del individuo que no siempre se quiere asumir. La razón se puede basar en la incapacidad para comprender las circunstancias, en la negación por dejar la zona de seguridad debido a la incertidumbre sobre lo que vendrá, escepticismo, diferencias ideológicas, entre otras resistencias que resultan comunes en los procesos de transformación. Por eso, cuando hay que hacer importantes variaciones tecnológicas en la empresa, el plan debe contemplar el factor humano no solo desde la instrucción, sino también desde lo cultural.

Con frecuencia encontramos compañías que han hecho inversiones importantes en materia de tecnología, pero cuyos proyectos no llegan a ser exitosos. Por lo general, el fracaso se debe a la negación de la gente por hacer las incorporaciones. No basta con que se imponga la innovación. Hay que tener presente un plan que aborde el cambio en la gente desde aquello donde encuentra su arraigo.

El reto de la cultura digital

Difícilmente se encuentre a alguien que no se apoye en las tecnologías para desarrollar las labores. Pero cuando hablamos de cultura digital el desafío está en cambiar la perspectiva con que estas se abordan. En cambiar el chip respecto a la verdadera función del colaborador: generar valor hacia dentro (organización) y hacia fuera (cliente).

¿Podría alguien que brinda servicios legales considerarse más productivo empleando la máquina de escribir que otros despachos que manejan sistemas con información centralizada? ¿Y alguien que busca cerrar un trato debe esperar llegar a la oficina para modificar el documento del acuerdo?

Para que las incorporaciones tecnológicas repercutan como se desea, las áreas que gestionan la cultura en la empresa, ya sea RR. HH. o comunicación interna, así como los líderes de departamentos, tienen el deber de fomentar una cultura que se sirva de lo digital para mejorar la comunicación, la toma de decisiones y los procesos. Al final, las habilidades para la flexibilidad y la adaptación se verán reforzadas, lo que se podrá ver en el grado de agilidad de la empresa para hacerle cara al entorno.

Una empresa que no fomenta una cultura digital no tiene las herramientas para sortear las variaciones del contexto, sobre todo cuando ocurren cambios bruscos y desprevenidos.

Por último, promover una cultura digital en muchas organizaciones no es prioritario. Sin embargo, conforme esta se vea consolidada, se facilitará el crecimiento del negocio y su posicionamiento como modelo a seguir en el sector.

¿Tiene tu empresa un plan para desarrollar la cultura digital? Contáctanos para impulsar mejoras.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *